Aprendí a querer a Cantabria en aquellas etapas de la Vuelta Ciclista a España, en las que disfruté de la luz y la gastronomía de esta tierra. Recuerdo, especialmente, un increíble cocido montañés al que nos invitó José Antonio González Linares, buen ciclista, mejor amigo y cántabro de pura cepa. Luego, conocí la Cantabria más íntima con mis amigos Pio Rascón y Maribel, que han convertido una vieja casona familiar ubicada en Liendo en una maravilla del turismo rural de la zona respetando el nombre original de CASONA El Noval, ahora reconvertida en posada. Por cierto, Liendo es uno de esos pueblos con encanto que vale la pena visitar si viajáis a Cantabria. Ellos me llevaron a La Taberna de Berto, uno de los lugares emblemáticos de Santoña, la capital de la anchoa, que está muy cerca de Liendo.
La Taberna de Berto es, sin duda, el templo de las anchoas. De ello presume su dueño y creo que se ha ganado ese título con todo merecimiento. Desde que entras en la taberna, te va atrapando la decoración, sencilla y muy acogedora. Siempre está a rebosar de gente ansiosa de probar la especialidad de la casa, que son, como ya habréis imaginado, las anchoas. Hay que reconocer que son espléndidas y que vale la pena hacer una visita a esta taberna sólo para probarlas. Nos contó el propio Berto que se las preparan, exclusivamente para él, en una fábrica de conservas de Santoña. Se las envían en latas individuales de ración y las va abriendo y sirviendo a petición de los comensales. No sé cuántas latas tomamos en nuestro bautismo de anchoa en esta taberna única, pero fueron más de cinco y menos de diez. Sólo por este bocado tan exquisito ya ha entrado en mi lista de inolvidables La Taberna de Berto. Puedo asegurar
que han sido las mejores anchoas que he tomado en toda mi vida. No hay que perderse los montaditos de buen queso picón de Bejes-Tresviso del valle de Liébana en todo su apogeo de sabor e intensidad. De todas maneras, me quedo con las anchoas. Intenté conseguir unas latas para llevarme como recuerdo, pero fue imposible, Berto me aseguró con una sonrisa que las latas eran solamente para consumo de su taberna. Y no tuve más remedio que creerle Recuerda. Tienes que dormir en Liendo en La Casona del Noval. Y, después vsitar, en Santoña, La Taberna de Berto, las anchoas en todo su esplendor. Y, como siempre, vete de mi parte.
LA TABERNA DE BERTO
C/Santander 8
39740 – SANTOÑA (Cantabria)
942 66 03 42